Schinegger nació en el año 1948 en un pequeño pueblo de Kärnten (o Carintia, la región más al sur de Austria). Lo hizo con una malformación del pene tan especial que los médicos tardaron varios días en decidir su sexo. Al final se decantaron por el
femenino, con el tajante veredicto médico de que era hembra, empezó la vida de una criatura de sexo masculino que fue educada como una niña. A Erik le compraron muñecas y no un tractor como quería. De niña llegó a vestir más faldas que pantalones para no defraudar a su entorno familiar y rural.
Erik era un poco más grande que sus amigas, pero nada fuera de lo normal. Erik advierte que los verdaderos problemas llegaron con la pubertad cuando a sus amigas les empezaron a crecer los pechos y a venirles la regla. También reconoce que notaba una fuerte frustración por un
lesbianismo
latente que se reprimía él mismo antes de que se lo censuraran los demás. Encontró su desahogo en el deporte, en el esquí.
El esquí se convirtió pronto en su única válvula de escape y su tesón deportivo le convirtió en la más rápida de su grupo sobre las tablas. A todos los podios donde llegó a subirse para recibir sus medallas de campeona, lo hizo como mujer, como Erika Schinegger. A sus 18 años, Erik logró hacerse con la medalla de oro en el descenso, al llegar a la meta con la rapidez de un rayo, destacó hasta el punto de llegar a ser campeona mundial de esquí alpino femenino en el mundial de Portillo (Chile) de 1966. Un gran orgullo para la nación que veía cumplido el sueño de tener una campeona surgida de un pequeño pueblo alejado de las posibilidades y costumbres de la capital, Erika fué aclamada por los medios de comunicación de Áustria, un pais donde los campeones de esqui son autenticas estrellas.
En 1967, mientras se preparaba para los Juegos Olímpicos de Grenoble 1968, el Comité Olímpico Internacional (COI) le administró una prueba médica que comprobó que era biológicamente varón.
La constatación de que Erika era biológicamente un hombre. La recomendación por parte de la federación nacional era que adoptara un tratamiento hormonal para reafirmar su feminidad y poder así conservar la medalla. Era una de las dos únicas opciones posibles. Erik con 19 años de edad, opto por otra opción, estaba sorprendido por esta noticia, pero lo aceptó, y comenzó a vivir como hombre, con las hormonas y la reconstrucción quirúrgica para poder tener una vida como hombre. Un vasto equipo de urólogos, endocrinólgos, ginecólogos, psicólogos, psiquiatras y cirujanos se pusieron manos a la obra para restablecer el sexo real. Erik derrotó a los campeones masculinos, pero se le negó una plaza en el equipo de los nacional austriaco masculino.
Se casó con 28 años y pronto tuvo una hija. Hoy en día comparte con su segunda mujer la escuela de esquí.
Junto con Marco Schenz, Schinegger escribió una autobiografía en 1988 titulada
Mein Sieg über mich. Der Mann, der Weltmeisterin wurde ("
Mi victoria sobre mí mismo: El Hombre que fue Campeona Mundial"), el cual fue traducido a francés. El documental de Kurt Mayer llamado
Erik(A), con música de Olga Neuwirth, cuenta su historia.
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